A veces, por la circunstancia que sea, queremos cambiar la apariencia de nuestras cocinas y baños pero al final no lo hacemos porque tenemos azulejos. Pero eso no es un problema, ya que se pueden pintar, evitándonos el tener que hacer una obra. ¿Cómo? Muy sencillo.
Como siempre, preparamos antes la zona en la que vamos a pintar. Para ello cubriremos con un plástico el suelo para que no se manche y lo fijaremos con cinta de carrocero. Después, limpiaremos la superficie de cualquier resto que pueda haber, por ejemplo de pegamento por algún gancho para colgar los trapos de cocina o cualquier cosa así. Después secar la pared con un trapo libre de polvo.
A continuación, para pintar las baldosas por ejemplo de cocina, hay que aplicar un fondo fijador. Lo recomendable es hacerlo primero en las juntas con una paletina y después continuar con el resto de la superficie embaldosada con un cepillo de pelo corto. El fijador es importante porque ayudará a que después se agarre mejor la pintura.
Dejamos secar el fijador el tiempo que el fabricante indique en el envase.
Es entonces cuando llega el momento de empezar a pintar. Para pintar baldosas existe una pintura especial para ello, que se caracteriza por ser repelente al polvo, al agua y a la grasa, algo que nos interesa al estar trabajando en la cocina.
Para aplicarla, simplemente la pasaremos con un rodillo por todos los azulejos. Precisamente, como la superficie no es del todo regular, lo recomendable es volver a dar una segunda mano de pintura para asegurarnos de pintar toda la superficie.
Entre mano y mano es recomendable dejar pasar el tiempo que estime oportuno el fabricante, para que se seque la primera mano de pintura.
Una vez esté seca ya la segunda mano simplemente hay que retirar el plástico protector y la cinta de carrocero.
El resultado es muy bueno y el gasto es bastante menor en comparación con tener que hacer obra nueva.